Los ataques perpetrados por mafias de ransomware se distinguen por su nivel de sofisticación y por las etapas metódicas que ejecutan para lograr su objetivo. Estas organizaciones criminales no solo despliegan el ransomware en sí, sino que llevan a cabo una serie de actividades previas diseñadas para maximizar el impacto del ataque y asegurarse de que la víctima esté en una posición vulnerable.
Etapa 1: Reconocimiento y Recopilación de Información
El primer paso en un ataque de ransomware a gran escala es la fase de inteligencia. Los ciberdelincuentes realizan un análisis exhaustivo de la organización objetivo, utilizando múltiples herramientas de hacking y técnicas de reconocimiento. Entre las herramientas comunes se incluyen escáneres de vulnerabilidades, software de mapeo de redes, y técnicas de spear-phishing diseñadas para infiltrar sistemas clave. Los atacantes también suelen utilizar malware especializado, como gusanos, troyanos y exploits, para obtener acceso inicial y preparar el terreno para la infección más dañina.
En esta etapa, los delincuentes también emplean herramientas de exfiltración de datos y keyloggers, lo que les permite robar información confidencial, credenciales de acceso, y otros recursos críticos antes de lanzar el ataque definitivo. Al recolectar datos valiosos, los atacantes no solo buscan ganar ventaja en la extorsión, sino también vender esa información en mercados ilegales.
Etapa 2: Explotación de Vulnerabilidades y Control de Dispositivos
Una vez dentro de la red, los atacantes identifican los puntos más débiles de la infraestructura, como dispositivos de red mal configurados o sistemas sin parches de seguridad. A través de técnicas como el movimiento lateral dentro de la red, buscan tomar control de servidores, estaciones de trabajo y otros dispositivos que juegan un papel crítico en las operaciones diarias de la organización. Esta explotación se facilita mediante el uso de exploits específicos que aprovechan vulnerabilidades conocidas, así como herramientas de harvesting que permiten a los atacantes obtener acceso continuo a los sistemas comprometidos.
Etapa 3: Exfiltración de Datos y Destrucción de Copias de Seguridad
En muchos casos, las mafias de ransomware no solo secuestran la información de la víctima, sino que la exfiltran fuera de la red, almacenándola en sus propios servidores o redes de anonimato como Tor. Esto incrementa el apalancamiento que tienen sobre la organización, ya que ahora no solo amenazan con cifrar los datos, sino también con publicarlos o venderlos en la dark web si no se paga el rescate.
Simultáneamente, los atacantes localizan y destruyen copias de seguridad y sistemas de recuperación, como imágenes de restauración o backups. Esto asegura que la víctima no tenga forma de restaurar sus operaciones sin pagar el rescate. El uso de malware especializado, como wipers, garantiza que los datos eliminados no puedan ser recuperados fácilmente.
Etapa 4: Cifrado y Extorsión
El ataque final, y el que generalmente la víctima detecta, es el cifrado de los archivos. El ransomware se activa, bloqueando el acceso a archivos y sistemas clave, paralizando operaciones. En este punto, la víctima recibe una nota de rescate, que puede presentarse como un archivo de texto, una ventana emergente o una pantalla de bloqueo. La nota exige un pago en criptomonedas, como Bitcoin, a cambio de la clave de descifrado. En algunos casos, los atacantes también amenazan con llevar a cabo campañas de desprestigio si no se cumplen sus demandas, publicando información confidencial o robada.
Etapa 5: Riesgo de Reataques
Incluso después de un ataque de ransomware, el riesgo no termina. Los ciberdelincuentes a menudo mantienen copias de los datos robados, utilizándolos para extorsión, ataques de phishing o desinformación. Por lo tanto, la recuperación de un ataque no solo debe centrarse en restaurar los sistemas, sino también en prevenir futuros incidentes.