Cualquier recurso de valor para una organización que requiere protección. Esto incluye hardware, software, datos, personal e infraestructura física o tecnológica que sustenta las operaciones y seguridad de la organización.
En el mundo de la ciberseguridad, un activo es cualquier elemento que tiene valor para una organización y necesita protección. Esto abarca una amplia gama de recursos, desde lo tangible hasta lo intangible. Incluye hardware como computadoras, servidores y dispositivos móviles; software y aplicaciones; datos e información, que pueden ser desde registros de clientes hasta secretos comerciales; infraestructura de red; e incluso el personal de la organización con sus conocimientos y habilidades. Los activos son el núcleo de lo que la ciberseguridad busca proteger, ya que su compromiso puede resultar en pérdidas financieras, daño reputacional o interrupciones operativas significativas.
Uso de tecnologías de la información y la comunicación (TIC) para optimizar los procesos internos del gobierno y mejorar la prestación de productos y servicios del Estado tanto a los ciudadanos como al sector privado. Esta transformación digital busca incrementar la eficiencia, transparencia y accesibilidad en la interacción entre el gobierno y la sociedad.
La administración electrónica, también conocida como e-administración, representa la transformación digital del gobierno y sus interacciones con los ciudadanos y empresas. Es como tener una oficina gubernamental virtual disponible 24/7. Este concepto abarca la utilización de tecnologías de la información y comunicación (TIC) para mejorar la eficiencia, transparencia y accesibilidad de los servicios públicos. Incluye desde la simple digitalización de documentos hasta complejos sistemas de participación ciudadana en línea. Por ejemplo, permite realizar trámites como declaraciones de impuestos, solicitudes de documentos oficiales o participación en consultas públicas, todo desde la comodidad del hogar o la oficina. La e-administración no solo busca agilizar procesos, sino también reducir costos, minimizar errores y fortalecer la relación entre el gobierno y los ciudadanos en la era digital.
Término que combina «malware» y «advertising». Se refiere a la práctica de insertar código malicioso en anuncios legítimos o crear anuncios maliciosos con el objetivo de distribuir software malicioso (malware) a los usuarios.
Imagina abrir tu periódico favorito y encontrar que todas las páginas están cubiertas de anuncios molestos que no puedes quitar. El adware funciona de manera similar en el mundo digital. Es un tipo de software que muestra publicidad no deseada en tu dispositivo, a menudo de manera intrusiva y persistente. Por otro lado, el malvertising (una combinación de «malware» y «advertising») es una táctica más siniestra. Aquí, los ciberdelincuentes insertan código malicioso en anuncios aparentemente legítimos. Cuando un usuario hace clic en estos anuncios o incluso simplemente los ve, puede activar la descarga de malware en su dispositivo. Esto puede llevar a robo de datos, infección por virus o incluso el secuestro del dispositivo. Ambas prácticas no solo degradan la experiencia del usuario en línea, sino que también representan serias amenazas a la seguridad y privacidad digital.
Una vulnerabilidad o debilidad en un sistema o red que puede ser aprovechada por atacantes para comprometer la seguridad, permitiendo acceso no autorizado, alteración o daño a los datos y sistemas.
Un agujero de seguridad es como una puerta sin cerradura en una casa que se supone que está completamente segura. En el contexto digital, es una vulnerabilidad o debilidad en un sistema, red o software que los atacantes pueden explotar para obtener acceso no errores en el código, configuraciones incorrectas, parches de seguridad no aplicados o incluso por diseño deficiente. Lo peligroso de los agujeros de seguridad es que a menudo pasan desapercibidos hasta que son explotados. Por ejemplo, un agujero en el software de un banco podría permitir a los hackers acceder a información financiera sensible. Los desarrolladores y expertos en seguridad trabajan constantemente para identificar y «parchear» estos agujeros, en una carrera continua contra los ciberdelincuentes que buscan explotarlos. autorizado o causar daño. Estos agujeros pueden surgir por diversas razones
Proceso matemático utilizado para codificar información de manera que solo pueda ser leída o descifrada por quienes posean la clave adecuada, garantizando así la confidencialidad de los datos.
Un algoritmo de cifrado es como una receta secreta para hacer un pastel, pero en lugar de ingredientes y pasos de cocina, usa matemáticas complejas para convertir información legible en un código aparentemente aleatorio. Es el corazón de la criptografía moderna, diseñado para proteger la confidencialidad de los datos. Cuando envías un mensaje o realizas una transacción en línea, el algoritmo de cifrado transforma esa información en un formato ilegible para cualquiera que pudiera interceptarla. Solo aquellos con la «clave» correcta pueden descifrar y leer el mensaje original. Existen varios tipos de algoritmos, cada uno con sus propias fortalezas y aplicaciones. Por ejemplo, el AES (Advanced Encryption Standard) es ampliamente utilizado para proteger información sensible en gobiernos y empresas. La seguridad de estos algoritmos es crucial; si se rompen, grandes cantidades de información podrían quedar expuestas.
Cualquier circunstancia o evento que tiene el potencial de dañar un sistema de información a través de acceso no autorizado, destrucción, divulgación, modificación de datos o denegación de servicio, comprometiendo la integridad, confidencialidad o disponibilidad de la información.
En el contexto de la ciberseguridad, una amenaza es como un ladrón merodeando por tu vecindario, buscando oportunidades para entrar en las casas. Es cualquier circunstancia o evento potencial que podría causar daño a un sistema de información, red o datos. Las amenazas pueden provenir de diversas fuentes hackers maliciosos, organizaciones criminales, estados nación, o incluso empleados descontentos. Pueden manifestarse de muchas formas, como virus informáticos, ataques de phishing, intentos de intrusión en la red, o incluso desastres naturales que podrían dañar la infraestructura física. Lo crucial es que una amenaza representa un peligro potencial; puede existir sin haber sido aún explotada. Por eso, la gestión eficaz de la ciberseguridad implica no solo responder a ataques actuales, sino también anticipar y prepararse para amenazas futuras.
Riesgo de seguridad que proviene desde el interior de la organización, ya sea por empleados actuales, exempleados o socios comerciales que tienen acceso legítimo a información o sistemas internos, y que pueden abusar de este acceso para causar daño intencionado o involuntario.
Una amenaza interna es como tener un espía en tu propia casa. Se refiere a los riesgos de seguridad que se originan dentro de la organización misma, a menudo involucrando a personas que tienen acceso legítimo a los sistemas y datos de la empresa. Estos «insiders» pueden ser empleados actuales, exempleados, contratistas o socios comerciales. Lo que hace a las amenazas internas particularmente peligrosas es que provienen de individuos que ya tienen cierto nivel de confianza y acceso, lo que puede hacer que sus acciones maliciosas sean más difíciles de detectar y prevenir. Las motivaciones pueden variar desde el descontento laboral y la venganza hasta el espionaje industrial o el simple error humano. Por ejemplo, un empleado descontento podría robar datos confidenciales, o un trabajador descuidado podría caer en una estafa de phishing, comprometiendo involuntariamente la seguridad de la empresa. Abordar las amenazas internas requiere un enfoque multifacético que incluye monitoreo de actividades, controles de acceso estrictos y programas de concientización sobre seguridad.
Ataque prolongado y dirigido en el que un atacante obtiene acceso no autorizado a una red y permanece en ella sin ser detectado durante un periodo extenso. Los APT suelen tener como objetivo la exfiltración de datos sensibles o el sabotaje de sistemas críticos.
Una Amenaza Persistente Avanzada (APT) es como un ladrón altamente sofisticado que se infiltra en tu casa, permanece oculto durante meses o incluso años, y constantemente busca y roba información valiosa sin ser detectado. En el mundo digital, una APT es un tipo de ataque cibernético prolongado y dirigido, generalmente orquestado por grupos bien financiados y altamente capacitados, a menudo respaldados por estados nación. Estos atacantes utilizan técnicas avanzadas y persistentes para obtener acceso inicial a una red objetivo, establecer una presencia duradera, y moverse lateralmente para acceder a datos sensibles o sistemas críticos. Lo que distingue a una APT es su naturaleza sostenida y su capacidad para adaptarse y evadir la detección. Por ejemplo, una APT podría infiltrarse en una red gubernamental para robar secretos de estado durante años. Defender contra APTs requiere una estrategia de seguridad robusta y en constante evolución, incluyendo monitoreo continuo, análisis de comportamiento y respuesta rápida a incidentes.
Aplicación de técnicas científicas y analíticas a dispositivos digitales con el fin de identificar, recopilar, examinar y preservar evidencia digital. Este proceso se realiza para su presentación en tribunales de justicia o para la investigación interna de incidentes de seguridad.
El análisis forense digital es como ser un detective de CSI, pero en el mundo virtual. Es el proceso de recolectar, preservar, analizar e interpretar evidencia digital para investigar incidentes de seguridad o actividades criminales en el ciberespacio. Esta disciplina aplica técnicas científicas y analíticas a una amplia gama de dispositivos digitales y datos, desde computadoras y smartphones hasta registros de red y metadatos. El objetivo es reconstruir eventos, identificar actores maliciosos y comprender cómo ocurrió un incidente. Por ejemplo, después de una brecha de datos, los analistas forenses digitales podrían examinar logs del sistema, archivos borrados y tráfico de red para determinar cómo los atacantes obtuvieron acceso y qué información fue comprometida. Este trabajo es crucial no solo para resolver cibercrímenes, sino también para mejorar las defensas contra futuros ataques y, en muchos casos, proporcionar evidencia admisible en procedimientos legales.
Software diseñado para detectar, bloquear y eliminar virus informáticos y otros tipos de malware. Es una defensa fundamental en cualquier dispositivo conectado a una red.
Un antivirus es como un sistema inmunológico digital para tu dispositivo. Es un software diseñado para detectar, prevenir y eliminar programas maliciosos (malware) como virus, gusanos, troyanos y otros tipos de amenazas cibernéticas. Funciona escaneando constantemente los archivos y programas en tu dispositivo, comparándolos con una base de datos de amenazas conocidas y buscando comportamientos sospechosos que podrían indicar la presencia de malware nuevo o desconocido. Cuando se detecta una amenaza, el antivirus puede aislar el archivo infectado, eliminarlo o intentar repararlo. Los antivirus modernos no solo protegen contra virus tradicionales, sino que también ofrecen protección en tiempo real contra amenazas en línea, descargas peligrosas y sitios web maliciosos. Aunque es una herramienta esencial, un antivirus no es infalible y debe ser parte de una estrategia de seguridad más amplia que incluya prácticas de navegación segura y actualizaciones regulares de software.
Un ataque donde los recursos de un sistema son sobrecargados, haciendo que los servicios ofrecidos por un servidor o red se vuelvan inoperativos, afectando su disponibilidad.
Un ataque de denegación de servicio (DoS) es como si una multitud de personas bloqueara la entrada de una tienda, impidiendo que los clientes legítimos puedan entrar. En el mundo digital, un atacante inunda un servidor, sitio web o red con una avalancha de tráfico o solicitudes, sobrecargando el sistema hasta que no puede responder a las peticiones legítimas. El objetivo no es robar información, sino hacer que un servicio o recurso sea inaccesible para sus usuarios previstos. Por ejemplo, un atacante podría enviar una enorme cantidad de solicitudes a un sitio web de comercio electrónico, haciendo que se ralentice o se caiga completamente, resultando en pérdidas financieras y daño a la reputación. Los ataques DoS pueden variar en complejidad y escala, desde simples inundaciones de paquetes hasta técnicas más sofisticadas que explotan vulnerabilidades específicas en aplicaciones o protocolos de red. Defenderse contra estos ataques requiere una combinación de hardware robusto, software de seguridad especializado y estrategias de mitigación bien planificadas.
Un ataque que explota una vulnerabilidad en software o hardware desconocida por los desarrolladores, dándoles poco o ningún tiempo para preparar una defensa o parche.
Un ataque de día cero es como un ladrón que descubre una nueva forma de abrir cerraduras que nadie más conoce, y comienza a usar este método antes de que los fabricantes de cerraduras puedan crear una defensa. En ciberseguridad, se refiere a un ataque que explota una vulnerabilidad desconocida en el software o hardware, una debilidad que ni siquiera los desarrolladores del sistema son conscientes de que existe. El término «día cero» se refiere al hecho de que los defensores tienen cero días para crear y desplegar un parche o solución, ya que el ataque ocurre antes de que se descubra la vulnerabilidad. Estos ataques son particularmente peligrosos porque los sistemas de seguridad tradicionales, como antivirus y firewalls, a menudo no pueden detectarlos o prevenirlos. Por ejemplo, un ataque de día cero podría explotar una falla en un navegador web popular para instalar malware en los dispositivos de los usuarios. Defenderse contra estos ataques requiere un enfoque proactivo, incluyendo monitoreo constante, análisis de comportamiento anómalo y la capacidad de responder y adaptarse rápidamente a nuevas amenazas.
Un método de intrusión que prueba sistemáticamente todas las combinaciones posibles de contraseñas o claves hasta que encuentra la correcta.
Un ataque de fuerza bruta es como intentar adivinar la combinación de una caja fuerte probando todas las combinaciones posibles hasta encontrar la correcta. En el contexto de la ciberseguridad, es un método en el que un atacante intenta descubrir una contraseña o clave de cifrado probando sistemáticamente todas las combinaciones posibles hasta encontrar la correcta. Este tipo de ataque se basa en la potencia de cálculo bruta y puede ser muy efectivo contra contraseñas débiles o cortas. Por ejemplo, un atacante podría usar un programa automatizado para probar miles o millones de combinaciones de contraseñas en un intento de acceder a una cuenta de correo electrónico. Los ataques de fuerza bruta pueden variar en sofisticación, desde simples intentos secuenciales hasta enfoques más complejos que utilizan diccionarios de palabras comunes o información específica sobre el objetivo. Para defenderse contra estos ataques, se recomienda el uso de contraseñas largas y complejas, la implementación de límites de intentos de inicio de sesión, y la utilización de autenticación de múltiples factores.
Variante del DoS en la que múltiples dispositivos atacan simultáneamente un servidor o red, sobrecargándolo con tráfico para interrumpir su funcionamiento.
Un ataque distribuido de denegación de servicio (DDoS) es como si un ejército de personas bloqueara simultáneamente todas las entradas de un edificio desde diferentes lugares, haciendo imposible que alguien entre o salga. En el mundo digital, un ataque DDoS utiliza múltiples sistemas comprometidos (a menudo miles o incluso millones) para inundar un objetivo con tráfico malicioso desde muchas fuentes diferentes. Esto hace que sea mucho más difícil de detener que un ataque DoS tradicional. El objetivo, al igual que en un DoS, es hacer que un servicio en línea, sitio web o red sea inaccesible para los usuarios legítimos. Por ejemplo, un ataque DDoS podría dirigirse a un banco en línea, sobrecargando sus servidores y impidiendo que los clientes accedan a sus cuentas. Los ataques DDoS pueden ser devastadores, causando pérdidas financieras significativas, daño a la reputación y frustración del cliente. La defensa contra ataques DDoS requiere soluciones sofisticadas, como sistemas de mitigación distribuidos, análisis de tráfico en tiempo real y la capacidad de escalar rápidamente los recursos para absorber el aumento del tráfico.
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